Aunque aparcar en barajas, El Prat y otros aeropuertos principales de España sea ventajoso en muchos sentidos, no todos los conductores optan por estas plazas, generalmente administradas por el operador aeroportuario Aena y que ofrecen diversas garantías en términos de seguridad, bienestar y calidad.
Cierto es que los aparcamientos públicos deben disponer (así lo dicta la Ley) de sistemas de vigilancia y custodia, pero esta obligación no siempre es asumida con el debido rigor. En parkings privados, y los disponibles en aeropuertos lo son, la seguridad es más elevada gracias a la presencia de vigilantes y de avanzadas tecnologías de protección.
Eligiendo el parking del aeropuerto, los conductores tienen acceso a servicios exclusivos, como el lavado del vehículo o el chófer para la recogida y entrega del mismo en las proximidades de la terminal de embarque. Estos pluses elevan el bienestar y la comodidad de los conductores, suponiendo una razón de peso para estacionar en estas plazas.
Mientras que los parkings privados y públicos restringen el tiempo de permanencia, la mayoría de los aeropuertos españoles cuentan con plazas de larga estancia, idóneas para viajar al extranjero y mantener el vehículo dentro de las instalaciones aeroportuarias, con la tranquilidad que ello conlleva. Existen límites al respecto, pero las condiciones se adaptan a las necesidades del conductor, normalmente.
Por último, la comodidad y flexibilidad de estacionar en el mismo aeropuerto no resiste la comparación con hacerlo en las plazas situadas fuera de la terminal. El viajero se ahorra, con ello, el billete del autobús o el trayecto en taxi hasta el punto de embarque.
En este sentido, los conductores pueden ahorrar tiempo reservando con antelación mediante las apps dedicadas a este servicio. De este modo, se evitan los rodeos en busca de una plaza libre, la manipulación del parquímetro y otras molestias, inevitables en los aparcamientos públicos al uso.