Los cocoteros presumen no sólo de ser una de las palmeras más cultivadas en el mundo, sino también de poseer en su preciado fruto una de las claves del ecologismo textil. Y es que la fibra de coco ofrece un sinnúmero de aplicaciones: tapicería, muebles, alfombras o cortinas de hilo de coco, que demuestran las posibilidades de esta fibra natural.
La fibra de coco proviene de la cáscara del fruto del cocotero o palma de coco (Cocos nucifera). Se estima que las plantaciones de coco producen, anualmente, millones de toneladas de desperdicio de esta fibra, siendo aprovechada únicamente el 10-15% de ella.
Pero en los últimos años la tendencia ha cambiado, y el porcentaje de residuos de palma de coco reutilizados ha empezado a incrementarse gracias unas mayores aplicaciones y salidas comerciales. Así, el sector de la decoración es un destinatario habitual para los productos elaborados con fibra de coco, bien en su forma más primitiva (relleno de colchones y cojines), bien con un procesamiento más sofisticado (en filamentos y hebras de coco para la elaboración de alfombras, felpudos, etcétera).
Uno de los beneficios del hilo de coco frente a otros materiales reside en sus cualidades higiénicas y antialérgicas. La concentración de ácaros, pólenes y otros agentes han demostrado ser perjudiciales para la salud de grandes y pequeños, un problema fácil de combatir con ayuda de la fibra de coco, capaz de airearse de manera natural y de mantenerse limpio por más tiempo.
Por su parte, la industria de la moda ha abrazado el uso de hilo de coco en la elaboración de telas más orgánicas, más respetuosas con el medio ambiente. Esta materia prima no supone ningún ‘sacrificio’ en términos de estilo y bienestar, siendo una base excepcional para la fabricación de camisas, pantalones y otras prendas sostenibles (eso sí, combinadas con un 45-55% de poliéster).