La cuesta de enero ya no es lo que era, al menos no lo notamos así en nuestro restaurante. Hace años sí que se percibía un cambio muy brusco de tendencia entre diciembre y enero en cuanto a la clientela del restaurante de forma que debíamos adelantarnos al bajón reduciendo de forma importante nuestros pedidos. Nuestros proveedores ya estaban acostumbrados, como el distribuidor de langostino de cultivo congelado para hosteleria que suele trabajar con nosotros: en enero, el pedido se reducía en más de la mitad.
Pero las cosas han cambiado. Percibimos que el cliente ya no está tan pendiente de la época del año para disfrutar de una comida fuera. No sabemos si también tendrá que ver todo lo que hemos vivido en los últimos dos años. Pero una vez que pudimos reabrir nuestro local con alto nivel de seguridad, el cliente volvió con más ganas si cabe, al menos de forma general.
Suponemos que esta fidelidad de nuestros clientes tiene que ver también con nuestro estilo. Somos un restaurante con una carta reducida pero muy mimada. En vez de disponer de un montón de platos para todos los gustos, supimos desde el principio que debíamos apostar por una carta más concreta, que en nuestro caso se ha centrado en la cocina cantábrica. Por eso trabajamos muy bien desde el principio en la búsqueda de buenos socios, como nuestro distribuidor de langostino de cultivo congelado para hostelería.
Y ha sido de esta forma como hemos logrado tener un público fiel y un lugar dentro de las propuestas gastronómicas de la ciudad. Conscientes de la enorme variedad de propuestas gastronómicas que hay en el mercado, nosotros nos hemos especializado en ese tipo de gastronomía que explota al máximo los productos de nuestros mares, con especial atención al marisco.
Y aunque nuestra tradición dice que el marisco es la típica comida navideña, nosotros la tenemos disponible durante todo el año, incluyendo durante la cuesta de enero, que ya no es tan empinada como antes, posiblemente porque en la Navidad ya no hacemos tantos excesos como en otro tiempo.