Cómo tratar a un cliente 

Tratar bien a un cliente es siempre importante, pero lo es más cuando este se siente indefenso, que es lo que a menudo pasa en el asiento del dentista. A nadie le gusta permanecer sentado en un asiento con la boca abierta durante media hora: es una situación incómoda y antinatural, pero imprescindible para el buen estado de nuestra boca y nuestra dentadura. Por eso, el dentista debe ser comprensivo con el paciente y tratarlo lo mejor posible.

Como paciente, no se puede decir que yo sea el mejor. Suelo aguantar bien el dolor, pero en cuanto al tiempo me canso bastante rápido. Cuando siento que estoy incómodo, me canso y quiero acabar cuanto antes. Supongo que les pasará a otros pacientes. Y muchas veces se me quitan las ganas de volver. También influye cómo me trate el dentista. Los hay que van a lo suyo, hacen su trabajo y hasta luego. Pero yo necesito un clima cálido, tampoco que sepan de memoria mi número de la seguridad social pero sí que yo sienta que soy una persona, no un número más en la lista de pacientes del día.

Por eso cuando me encontré con mi odontologo actual supe que la relación podía ser fructífera. Tiene un sentido del humor bastante especial que me hace sentir a gusto. Es algo que suelo aplicar yo en muchas situaciones. Y muchas veces no parece que sea muy bien recibido por los demás. Tal vez porque no tienen el mismo sentido del humor que yo o tal vez porque esas situaciones no son propicias para soltar un chiste.

No sé hasta qué punto este dentista hará gracia a otros pacientes: tal vez algunos de ellos consideren que el momento no es el adecuado para andarse con bromas. Pero conmigo funciona a la perfección. Yo estoy bastante tenso cuando visito al odontólogo y este tipo de actitud de quitarle un poco de hierro al asunto funciona para que yo me sienta más relajado. Ahora bien, no se trata solo de hacer bromas y de que estas tengan gracia, por supuesto. Se trata también de hacer el trabajo de forma profesional. Y en esto también estoy muy contento.