En la parte oeste de Lisboa encuentra su sitio uno de los municipios más valorados de la región, Agualva-Cácem. Ya en tiempos de la realeza portuguesa, hacía las veces de residencia de la corte, por sus condiciones idóneas para veranear. En la actualidad dispone de multitud de instalaciones y servicios óptimos: el alojamiento, la gastronomía o el aparcamiento en Agualva-Cácem no decepcionan al público visitante.
Una parte del atractivo de Agualva-Cácem se debe a los numerosos monumentos y edificios históricos que alberga o que están próximos a su ubicación. A diez minutos en coche, el Palacio Real de Queluz es un buen ejemplo. Sus jardines y construcciones se remontan a fines del siglo XVIII y fueron habitados por la familia real portuguesa. En sus salones y cámaras de estilo barroco, los visitantes podrán sentirse parte de la Casa de Braganza, aunque solo sea por unas horas.
Otro destino fuertemente ligado a la historia lisboeta es el Castelo dos Mouros, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus ruinas coronan la Sierra de Sintra, siendo un bello exponente de la arquitectura románica. El sitio fue conquistado por el primer rey portugués, Dom Afonso Henriques.
De época más reciente, la Fábrica de Pólvora de Barcarena también despierta el interés de los viajeros a su paso por Agualva-Cácem. Fundada por el rey Manuel I de Portugal, hoy cuenta con un Museu da Pólvora Negra, un auditorio exterior, un parque infantil y una serie de jardines.
Las familias y viajeros más jóvenes no deben abandonar Agualva-Cácem sin antes visitar el Quantum Park, un parque indoor con trampolines, paredes de escalada, camas elásticas, skate park y otras atracciones singulares. La diversión está asegurada.
A veinte minutos en coche, la Quinta da Regaleira es otro destino de interés histórico. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, y constituye un reflejo de las inquietudes humanistas de su promotor y dueño original, el arquitecto António Augusto de Carvalho Monteiro.