Hace tiempo leí un artículo en internet en el que se hablaba de que lo difícil que es estar sin hacer nada, que el ser humano moderno prefiere estar atareado, aunque luego se queje de “que no tiene tiempo para nada”. Creo que en parte es cierto, nos quejamos de que no tenemos tiempo, pero con la boca pequeña, porque luego si tenemos tiempo libre no sabemos qué hacer con él. En mi caso, yo he decidido cambiar la gestión de mi tiempo libre porque, es verdad, yo tampoco soporto estar sin hacer nada.
Generalmente, al final del día suelo tener un par de horas libres. En ocasiones las usaba para ver series, películas, hacer zapping en la tele o mirar el móvil. Pero he llegado a la conclusión de que es tiempo perdido. Es decir, no me terminaba de compensar ni me gustaba mucho nada de eso. No me gustan mucho las series y me aburre estar con el móvil, así que decidí crearme una especie de agenda de tiempo libre.
Sé que puede sonar un poco enfermizo, pero ahora estoy mucho más contenta al tener una organización y no improvisar sobre la marcha. Por ejemplo, este mes lo estoy dedicando a la casa. Tenía bastantes cosas pendientes como las cortinas con ojales que llevaba tiempo queriendo cambiar. Pero siempre lo dejaba para el fin de semana, y el fin de semana para la semana siguiente. Ahora con mi planificación de tiempo libre ya le he encontrado un hueco.
Ver como uso mi tiempo libre para ‘cosas productivas’ me satisface. Y respeto a todos los que prefieren gastar su tiempo libre en tirarse en el sofá y no hacer absolutamente nada porque seguro que es lo que su cuerpo les pide, pero a mí me pide cortinas con ojales, ocuparme de la casa, hacer cosas prácticas. Y además hay que tener en cuenta que es algo que nunca se acaba. Si te pones con cosas de casa, en cuanto solucionas una cosa, surge otra. Y eso me gusta, no aburrirme con el mando o el móvil en la mano.