La crisis de la industria 

Para los profanos en la industria informática resultan sorprendentes las noticias que llegan sobre la crisis de la escasez de chips. ¿Cómo es posible que a estas alturas no haya chips suficientes para satisfacer las demandas del mercado? Es como si, en un momento dado, llegamos a la panadería y nos dicen que no hay pan porque hay escasez de trigo. “¿Escasez de trigo? Eso es imposible, estamos en el siglo XXI, lo tenemos todo controlado”. Pues no, no lo tenemos controlado.

El silicio es el elemento clave en la fabricación de chips y el planeta está ‘repleto’ de silicio. ¿Por qué, entonces, tantos problemas? Es la pregunta del millón. Pero la realidad es que esta escasez está afectando tanto a los equipos domésticos como a la fabricacion de equipos informaticos industriales o, incluso, al montaje de coches eléctricos.

Y es que, como ya habréis intuido, aunque seáis unos profanos en esta industria, los chips están presentes en casi todo: desde juguetes o utensilios de cocina, hasta aviones, armamento o naves espaciales. Es la consecuencia del enorme avance que se ha producido en los últimos años en digitalización y aplicaciones de soluciones tecnológicas a ámbitos domésticos y rutinarios. 

Porque si una empresa especializada en fabricación de equipos informáticos industriales necesita chips también los necesita una empresa de juguetes o una firma de montaje de coches. Y como no llegan los chips, la industria tiene que ralentizarse y no puede satisfacer las demandas de un mercado voraz. Porque eso sí, pese a la crisis derivada de la pandemia, la demanda de productos tecnológicos y digitales no ha hecho más que aumentar. 

En este sentido, esta crisis es una de las causas de la escasez de chips precisamente porque durante la época más dura de 2020, la demanda de productos informáticos de uso doméstico se disparó tanto que no hubo manera de contenerla. Y así seguimos más de un año después, esperando que los principales productores de chips reconduzcan la situación y los diferentes mercados e industrias puedan remontar el vuelo y quiten el ‘freno de mano’ con el que ahora trabajan.