LOS HÁBITOS DE SIEMPRE

Durante el confinamiento volví a viejas costumbres que ya había dejado olvidadas, como por ejemplo desayunar bien todas las mañanas con mi leche central asturiana y mis tostadas con mermelada, pero ahora que ya hemos vuelto a las rutinas de siempre ya me he vuelto a alejar de esas costumbres, más que nada por falta de tiempo por las mañanas.

Pero no poder desayunar como es debido tampoco es algo que me quite el sueño como a los americanos que siempre tienen que desayunar comida sólida, pero eso es porque tenemos diferentes estilos de vida y nosotros hacemos una parada al mediodía para poder comer en condiciones y ellos esa comida o se la saltan o comen un sandwich rápido para matar el gusanillo.

Simplemente tenemos diferentes estilos de vida y de comer, los americanos prefieren desayunar y cenar fuerte y nosotros por lo contrario solemos desayunar poco, comer fuerte y cenar al gusto de cada uno. Porque conozco gente que para cenar apenas toma nada y conozco a otra mucha gente que tiene que cenar de plato sí o sí. Personalmente yo soy de los que necesito cenar fuerte porque de lo contrario me despierta el hambre a media noche.

 

Ahora que el verano ya está aquí, los comidas también van a variar porque no se come lo mismo cuando hace mucho calor que cuando hace mucho frío, por norma general en verano se comen cosas más frescas para intentar aliviar el sofoco del calor. Me gustan las comidas veraniegas aunque al final del verano por lo general sueles empezar a echar de menos los platos fuertes del invierno, como el cocido o los platos de cuchara que en verano no se suelen tomar. 

Este año no creo que vayamos a ir a comer a la playa ningún día, menos mal que disponemos de un barco pequeño en mi pandilla y que este año si vamos a comer por ahí lo haremos en el barco bien separados de cualquiera que no conozcamos. Hasta hacía poco no valoraba lo suficiente tener el barco pero ahora me parece lo mejor que nos ha pasado desde hace bastantes años.