¿Quién me iba a decir a mí qué pasaría casi un año en una furgoneta? Todo empezó de forma fortuita. Un amigo un poco hippy que suele recorrer mundo con su furgoneta me invitó a irme a Almería con él una semana. Yo acababa de terminar una relación y estaba bastante deprimido así que no me pareció mala idea. Pero lo fue: no me adapté en absoluto a eso de vivir en tan poco espacio con un colega y salí por piernas a los tres días.
Pero transcurrido un tiempo, volví a pensar en aquella experiencia. Me disculpé con mi amigo que lo entendió perfectamente (no es fácil adaptarse a esa vida) y me propuse que para el siguiente verano probaría yo mismo: sin acompañamiento para ver qué tal se me daba. Busqué una fiat camper en asturias y me puse manos a la obra.
Y es que se daba una circunstancia que debía aprovechar: me habían contratado para hacer una serie de reportajes turísticos por Asturias: se me pagarían los reportajes, por supuesto, el desplazamiento, pero no el alojamiento. Y ahí es donde entraba mi camper. Si no me pagáis el alojamiento, yo tampoco lo pagaré.
Pero como no quería tirarme otra vez a la piscina, preferí mirar Fiat camper en Asturias de segunda mano. No quería arriesgarme a preparar yo mismo un camper y que volviese a tropezar con la misma piedra. Si salía mal, la volvía a vender: y si salía bien, ya veríamos en el futuro si preparaba yo mi propia furgoneta. De momento, esta opción me parecía bastante asequible para probarme.
Y esta vez sí que salió todo bien. Más que bien ya que los reportajes gustaron mucho y siguieron ofreciéndome esa clase de trabajos, lo que requería nuevos viajes. Y yo más que contento porque seguiría explotando mi camper. Lo cierto es que logré adaptarme a esta forma de vida porque viajaba solo y tenía que trabajar. No era (solo) ocio por lo que no podía estar pendiente de otra persona. Pero sí tengo claro que en el futuro ya estoy preparado para unas vacaciones acompañado: ahora me queda reclutar a un acompañante que también esté preparado para el reto…